Muchos psicólogos deportivos recomiendan escuchar música como parte de la preparación mental del deportista a la competición. ¿Puede esto hacernos pensar que la música tenga un cierto efecto ergogénico? Relacionar música y deporte ha despertado interés desde hace muchos años; sin embargo, hoy por hoy, los hallazgos son todavía contradictorios. Parece haberse demostrado la utilidad de la música como ayuda al aprendizaje y al perfeccionamiento de habilidades motoras y, en el ámbito hospitalario, a la reducción de la ansiedad y el estrés ante varias enfermedades y diversas pruebas diagnósticas de carácter invasivo. En lo que sí parecen estar de acuerdo todos los estudios es en la ausencia de un efecto ergogénico de la música per se. Varios trabajos abogan por la importancia del ritmo de la música para aumentar el rendimiento deportivo, dado que parece existir una predisposición innata en el hombre a sincronizar movimientos, con lo que, ayudados por un ritmo musical alto (> 100 bpm), los actos motores serían más eficientes y, en consecuencia, podría mejorarse el rendimiento físico. Prácticamente la totalidad de los estudios coinciden en la capacidad de la música para disuadir estímulos externos y focalizar la atención del sujeto en la tarea física que está ejecutando, a la vez que minimiza la sensación de fatiga que acompaña al ejercicio. También se relata la importancia de que la música suscite una vivencia extramusical y una asociación deportiva por parte del individuo y no necesariamente debiera tratarse de una música «conocida» por el deportista. Es difícil hallar en la literatura científica trabajos estructurados de manera similar, por lo que muchas variables artefactan la comparación adecuada entre los estudios publicados. Hoy por hoy, cuánto de ergogénico posee la música realmente no parece tener aún respuesta, pese a que parecen haber evidencias suficientes para contemplarla como un arma psicológica.
¿Sabías que la música está considerada entre los elementos que causan más placer en la vida? Pues si. También se sabe que los bebés, en los primeros meses de vida, tienen la capacidad de responder a melodías antes que a una comunicación verbal de sus padres o que la música puede ser una herramienta poderosa en el tratamiento de trastornos cerebrales y lesiones ayudando a los pacientes a recuperar habilidades lingüísticas y motrices, ya que activa a casi todas las regiones del cerebro.
Ya lo decía Confucio: “La música produce una especie de placer que la naturaleza humana no puede prescindir.”
Además, los efectos de la música en líneas generales modifican el estado anímico y desarrolla la creatividad. Ahora bien, ¿qué sucede si se incorpora la música al entrenamiento deportivo?
LA MÚSICA AUMENTA LA CAPACIDAD
Hay un estudio del psicólogo C.I Karageorghis en el que se estipula que la música puede disminuir el cansancio o bien aumentar la capacidad de trabajo. De acuerdo a esta investigación la música puede aumentar los niveles de productividad, fuerza y resistencia.
Hace ya algunos años que se confirmó que la música rápida y fuerte mejoraba el ejercicio óptimo, se aumentaba el paso, y se recorrían una mayor distancia sin cansarse tanto. En este estudio (The effects of music tempo and loudness level on treadmill exercise) se demostraba cómo la música aumenta la presión para avanzar y alcanzar un mayor desempeño.
LA MÚSICA COORDINA EL RITMO DE LA ZANCADA
Si te has dado cuenta y no eres muy arrítmico, cuando haces deporte adaptas tu pisada al ritmo de la canción. De esta forma, si eres de los que prefieren música cañera seguro que cuando te das cuentas estás andando o corriendo a mayor velocidad de la habitual. Si por el contrario prefieres una música más relajada, andarás más despacio. No sólo la música se coordina con los latidos de tu corazón, sino también con el ritmo de andada.
LA MÚSICA HACE QUE DISMINUYA LA FATIGA
Pierdes la noción del tiempo. No te das cuenta de cómo avanzan las agujas en el reloj y cuando lo miras has perdido la noción del tiempo. Hace que te aísles como en una burbuja metido en tus propias reflexiones y en ciertos momentos sientes que el mundo te da igual. Vas a tu ritmo perdido entre tus pensamientos.Por lo tanto, tu cabeza está distraída pensando en el significado de las canciones o en su ritmo; te pesan menos las piernas y te duele menos el cuerpo.
LA MÚSICA AUMENTA LA CONCENTRACIÓN
Estudios recientes, como el desarrollado por la Doctora Alexandra Lamont en la Universidad de Keele, en el Reino Unido han logrado averiguar por qué es mejor correr escuchando música, y más concretamente, música que nos gusta. Han llegado a la conclusión de que la música aumenta la concentración a la vez que reduce la sensación de esfuerzo durante el entrenamiento y en el momento de la competición. Aunque no toda la misma música surte el mismo efecto, según la actividad física que se realice. Una música muy rítmica y enérgica, será muy efectiva en la práctica de deportes físicos, tales como el atletismo, futbol, baloncesto,… Pero este tipo de música tendría un efecto negativo en deportes como el golf, tiro, y otros deportes que requieren de una concentración plena y un estado de tranquilidad a la hora de efectuar un golpe. Para este tipo de deportes, una música más tranquila, como el jazz, sería lo más aconsejable.